“La otra izquierda. La socialdemocracia en America Latina”, por Fernando Pedrosa

Editorial Capital Intelectual, 2012.

Sobre la obra, nos informa el autor, Fernando Pedrosa:

«El libro es producto de una investigación bastante ardua, que me llevó más de 5 años y que realicé con archivos desclasificados y entrevistas personales a protagonistas de los sucesos (como Mario Soares y gente muy cercana a Willy Brandt, Felipe Gonzalez y Olof Palme entre otros). También estuve en las fundaciones Ebert (Bonn)  y Pablo Iglesias (Madrid). Y sobre todo en el Archivo del Instituto de Historia social de Amsterdam que tiene una cantidad y calidad gloriosa de material aun sin analizar. La base es la tesis doctoral que realice en la Universidad de Salamanca.

En los años que aborda el libro (1979-1990) se conformó una red de personalidades que era un verdadero “seleccionado” de la política internacional y que buscaban construir un espacio intermedio entre EE.UU y la URSS: Entre ellos -y además de los mencionados Brandt, Palme, Gonzalez y Soares- estaban Mitterrand, Kreisky (Austria), Craxi (Italia), Rabin y Péres (Israel), los africanos Senghor y Nyerere pero también Carlos Andres Pérez y Rómulo Betancourt (Venezuela), Adolfo López Michelsen (Colombia), Michael Manley (Jamaica), Pepe Figueres, Oscar Arias (Costa Rica), Haya de la Torre, Torrijos, Daniel Ortega, Sergio Ramírez, Tomas Borge, Jose Peña Gomez (Dominicana), los chilenos, paraguayos, y uruguayos  exiliados, Jose Cardozo de Uruguay etc. Una red que no solo incluía a los socialdemócratas y afines, sino que abría las puertas a todos los que buscaban escapar desde la izquierda a la polarización de la guerra fría. Por eso estaban los sandinistas, los revolucionarios de la isla de Granada, los salvadores cercanos al FMLN y hasta los montoneros, que buscaron afanosamente incorporarse a la red socialdemócrata. Y más tarde se sumaron Alfonsin, Sanguinetti, Rodrigo Borja (Ecuador)y Alan Garcia. Incluso en 1979 ya aparece Lula en esas redes y también Zelaya el hondureño.

Los participantes de esa red compartían muchas cosas además de sus intereses políticos inmediatos. Eran viejos políticos, algunos de ellos considerados estadistas en sus países, pero que, sobre todo, tenían en su haber las luchas contra dictaduras (latinoamericanas pero también nazis, franquistas y salazaristas). También tienen en común el exilio, las persecuciones sufridas, el temor a la guerra pasada y a una próxima y valoran el respeto a los DDHH por su propia experiencia. Este mundo simbólico común facilitó el accionar común, a pesar de las diferencias personales e ideológicas que mantenían.

El lugar elegido para agruparse fue la Internacional Socialista y Brandt su presidente entre 1976 y 1992. El libro muestra como la Internacional operó en el contexto latinoamericano y como influyó en los procesos de democratización de la región de formas mas o menos publicas. Durante los gobiernos de Reagan fueron muy mal vistos por los EEUU y mantuvieron interesantes y ambiguas relaciones con la URSS pero sobre todo con Yugoslavia y Polonia.

El libro es una historia política exhaustiva de la organización, pero también es una historia de la política internacional en la guerra fría desde una perspectiva original. Además deja planteados varios debates que también están vigentes hoy en día. Primero el del titulo. En los años 70 y 80 hubo en América Latina otros proyectos de izquierda que no eran los extremos o armados y que fueron potentes y, por momentos, éxitosos y, sobre todo, mas influyentes que aquellos grupos y grupúsculos que son hoy el foco de atención de los historiadores que trabajan esta época.

El libro también rompe con la idea de la socialdemocracia como una foto estática que la vincula exclusivamente a las décadas de posguerra mundial y las construcción de estados de bienestar. En los setenta hay un gran cambio programático que hace posible una alianza con los políticos latinoamericanos y africanos. Esta alianza se venia frustrando desde décadas anteriores por la incapacidad socialdemócrata de aceptar otros puntos de vistas en sus políticas (por ejemplo en esta nueva etapa aceptan la lucha armada en algunas circunstancias como también los partidos únicos).

De hecho esto permite reflexionar tanto acerca de las (muy diferentes) políticas que los partidos socialistas europeos llevan adelante hoy en día, de la baja calidad de sus liderazgos  y también de la crisis actual, ya que esa expansión socialdemócrata de los 70 y 80 se produce estimulada fuertemente por la crisis del petróleo y la distensión de la era Carter y donde los principales líderes entienden que la solución no es el nacionalismo ni el ajuste sino avanzar sobre el mundo.»

En el detalle, el archivo me permitió probar desde la existencia de las redes de financiamiento, protección personal frente a las dictaduras, apoyo electoral, capacitación, cooptación, lobby en el sistema internacional hasta la venta de armas. Ese costado informal era medio sabido entre los especialistas pero no podía probarse por falta de información veraz. Las miles de cartas y documentos secretos que encontré me permitieron revelarlo pero, más que como un ejercicio polemista (que no descarto), como una base para reflexionar sobre los puntos antes mencionados.

Hay un capitulo dedicado a la Guerra de Malvinas que muestra el alto impacto que tuvo el conflicto en la izquierda y que en parte implica el golpe de gracia al proyecto internacional de Brandt que ya estaba golpeado por el comienzo de la segunda guerra fría.»

 

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